La concentración y marcha que realizaran los trabajadores de todos los sectores laborales al servicio del estado, realizada este 23 de enero en Cumaná, cuando, también se conmemoraba la fecha de la caída de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez en al año 58, condensó varios aspectos y elementos, que bien valdría la pena precisar, a la luz de un nuevo calentamiento social de las calles en Venezuela; y especialmente en la cuna del “Gran Mariscal de Ayacucho”, Antonio José de Sucre; ciudad primogénita del continente, que en menos de un mes su población civil, la ciudadanía comprometida con la una mejor calidad de vida para la familia, ha protagonizado tres grandes movilizaciones similares a las suscitadas en los años 2016-17 y 19.
La razón, un petitorio que toda la sociedad e incluso de los propios partidarios del desgobierno “Chavista”, vienen haciendo, solicitándole al ejecutivo nacional, como es la exigencia de un salario digno y justo, mismo que ha sido depreciado con todo el propósito estratégico de un estado manipulador y controlador, con mira a ejercer la hegemonía de un poder electoral y política de perpetuidad de quienes, han igualmente ejercido de manera pretoriana la dependencia, subordinación, obediencia y humillación, muy al estilo clásico de los regímenes comunistas y chauvinistas del siglo pasado, cuya máximas expresiones la representaron Adolfo Hitler, Mussolini, Stalin, entre otros.
Los herederos históricos de Bermúdez, Mariño, Sucre, Valdez, Piar, entre muchos próceres que lucharon y lograron de salir de una esclavitud; y que en mala hora este mamotreto de “Socialismo del Siglo XXI”, ha impuesto, gracias al sometimiento de una degenerada Fuerza Armada que al mismo tiempo ha mancillado el legado histórico de sus epónimos, haciendo de esta época, una gestión, un modelo no acorde a lo establecido en el artículo 91 constitucional del Constituyente el 99, en el marco de una la situación de crisis económica e inflacionaria que padece el país; y donde los funcionarios públicos tienen sueldos de hambre y miseria, con remuneraciones por debajo de la estimación de la dieta básica y la canasta familiar. Donde se le ha quitado a la población los derechos de salud, educación, recreación, habitabilidad, entre tantos que han ido sistemáticamente violando en un sistema de gobierno, supuestamente “socialista”; y solidario.